01 noviembre, 2009

¿Mañana?

Estadistas, científicos e inversionistas de todo el mundo, se encontraban reunidos para discutir el plan de sustentabilidad global que pudiera evitar el inminente cambio climático que sobrevendrá sobre la Tierra a menos que se logre disminuir el nivel de las emisiones de gases de efecto invernadero sobre la atmósfera y, por consiguiente, reducir la temperatura media del planeta.

El infructuoso debate que se prolongó por varios días, evidenció el poco interés y la mucha confusión para hacer algo realmente efectivo al respecto. Entonces uno de los expositores más prestigiados del cónclave internacional, sugirió se invitase al Maestro a participar y brindar opiniones e ideas sobre el asunto. Sin embargo, el Maestro no acudió al llamado pero envió una respetuosa carta en la que escuetamente decía:
“Si lo que desean es salvar sus vidas, simplemente deberán morir todas sus palabras”
Pero como lo que los hombres de ciencia y poder deseaban era una respuesta clara y concreta, volvieron a pedirle que viniera, pero otra vez, el Maestro sólo les contestó por escrito:
“Una vez muertas todas las palabras, deberán morir también todas las viejas ideas”

Frustrados y desairados por la renuente actitud del Maestro, decidieron dar por concluida la conferencia, sin arribar a ningún acuerdo ni avance serio, a pesar del reclamo de miles de manifestantes.
Muy triste y preocupado por el futuro, el más fiel de sus discípulos reclamó en privado al Maestro no haber empleado más a fondo su sabiduría para salvar el mundo:
“Maestro esta vez creo que tus palabras no dieron ningún fruto para nadie”
“¿Y no será que nadie tuvo el valor de sacudir el árbol con más fuerza?”, respondió.
Y finalmente el Maestro le dijo:
 “No te preocupe si habrá un mañana para el mundo, el asunto es si habrá un mañana para quienes habitan el mundo