03 mayo, 2010

El Seminario

Dos jóvenes emprendedores asistían por primera vez al Seminario Empresarial de Dirección Trascendental, que el Maestro impartía exclusivamente y solo una vez al año, entre cincuenta inspirados hombres y mujeres de negocios de todo el mundo, para encontrar respuestas a las preguntas y problemas de sus organizaciones. Al término de siete intensas jornadas de concentración, ambos se encontraban todavía muy confundidos con la inusual metodología y los inquietantes conceptos que se formularon durante el desarrollo del mismo. 

Entonces el Maestro observando la desorientación en sus rostros, se adelantó a decirles: “El propósito de este seminario es hacer que tus preguntas se desvanezcan y de no aportarte ninguna respuesta”. 
“Y, por qué haces eso?”, preguntó el más joven. 
“Porque de otra forma ninguno de ustedes aprendería nada”, contestó. 
“Pero todos hemos venido hasta aquí para recibir tu orientación y respuesta a nuestras inquietudes” “Ciertamente. Todos aquí la han recibido, excepto ustedes dos y por eso estoy aquí” 
“Disculpa nuestra distracción, podrías repetirnos la respuesta?” 
“La respuesta que buscan no está aquí pero la encontrarán inscrita en el templo de Delfos” 
“Por favor tenemos que regresar a la oficina, puedes decirnos cuál es?” 

Atendiendo la inocencia de ambos, el Maestro simplemente le dijo: “Sé” 
“Bromea usted?, eso no es suficiente, es absurdo, debe haber algo más, un plan, un método, algo!”, reclamó el otro joven. 
“Cualquier otro conocimiento que tomes de alguien más solo te convertirá en un mendigo y además no te servirá absolutamente de nada” 
“¿Y si alguno le rogara para recibir su ayuda?” 
“Tampoco serviría de nada, pues cualquier palabra mía sería como una firma en el agua, que no has acabado de escribirla y ya ha desaparecido” 
“¿Entonces cuál es la utilidad de un seminario como este?” 
Y el maestro le respondió: “Si después de siete días todavía necesitas preguntarlo, tal vez nunca lo sabrás”