01 diciembre, 2011

Plomo y Oro

 Llegado el mes de diciembre y la ante la proximidad de las fiestas de fin de año, un fin de semana el Maestro decidió visitar a su familia, para en especial saludar a una de sus sobrinas, que muy emocionada y orgullosa, le había enviado un mensaje de texto diciendo:
“Terminé mi MBA. Estoy feliz. Ven a verme”.

Esa misma tarde fue a verle, pero no la encontró y cuando estaba a punto de retirarse, la flamante magister apareció y cariñosamente se acercó al Maestro para saludarlo y decirle: “Ésta semana he concluido la meta profesional y personal más importante de mi corta carrera. ¿No vas a felicitarme?”.
“Por supuesto. Vine especialmente para felicitarte, pues entiendo que ahora te has convertido en un maestro certificado”.
“Así es. Ahora tengo que apresurarme a emplear todos los conocimientos que me han enseñado, para luego hacer un doctorado”.
Pero el Maestro notando cierto frenetismo en sus palabras, antes le preguntó: “¿Ya dominas entonces el arte de convertir el plomo en oro?”.
La joven mirándolo con extrañeza le contestó negativamente con la cabeza y los ojos de un lado a otro.
“Bueno. ¿Seguro al menos habrás alcanzado el saber para convertir el agua en vino?”.
“Tampoco. Creo no entiendes. Una maestría te brinda los conocimientos más importantes de finanzas, marketing, logística, etc. En fin, todo lo que una empresa necesita para tener éxito. Las cosas son diferentes ahora. Tal vez en tu época les daban otros conocimientos”.
“Creo mucho te equívocas. En los grandiosos y nuevos tiempos del pasado, como del viejo futuro, lo importante no es el conocimiento, sino el entendimiento”.
“La verdad no te sigo. Al menos puedes explicarme, ¿Qué tiene que ver eso del plomo y del agua?”.

Entonces el Maestro movido por el cariño que sentía por ella y toda su familia, le respondió:
“Una verdadera maestría sería aprender a convertir las amenazas de la empresa en el mejor negocio. Una verdadera maestría sería saber transformar al peor empleado, en el mejor ejecutivo. ¿Crees exista mejor fórmula para el éxito de los negocios y de tu carrera?”.

Luego de un largo silencio y la extrañeza de todos en la sala, la muchacha le contestó:
“Tienes razón, ¿pero cómo puedo ahora adquirir ese entendimiento?”, le preguntó apenada pero muy interesada la estudiante.
“¡Primero tienes que deshacerte de todo ese conocimiento!”, le contestó rotundamente el Maestro.
“Lo que propones es demasiado ¿pero qué puedo hacer, por dónde empiezo?”
“No te preocupes. Ya lo hiciste”, le dijo finalmente y en ese mismo momento la joven se iluminó y recuperó su alegría.


DIES

01 noviembre, 2011

Obvio

Un buen día el Maestro se animó a realizar un pequeño paseo por el Japón del siglo XVI para hacer el seguimiento de su mejor discípulo del lejano Oriente, el legendario guerrero Shinmen Kami Fujiwara, más conocido como Miyamoto Musashi, el maestro de la espada. La leyenda de Musashi comenzó cuando a los trece años se convirtió repentinamente en un samurai al enfrentar y vencer con la muerte, al que fuera mejor espadachín de su época, Arima Kibei. 

Luego de ello paso muchos años perfeccionándose en el manejo de la espada, batiéndose a muerte en más de un centenar de ocasiones, llegando a desarrollar la asombrosa capacidad de vencer a más de una decena de adversarios a la vez. Inclusive se decía que, hacia el final de su carrera de combatiente, no usaba espada alguna, pues se especializó en el arte de vencer a sus enemigos con su propia espada. Más adelante y próximo a los 50 años, cansado de las técnicas del Kenjutsu, Aikido, Kendo, Kobudo y de todas la escuelas tradicionales, decidió iniciar su propio camino de Ronnin, Samurai sin amo y es entonces que descubrió, en un Dojo muy inconvencional, al Maestro, quién desde entonces le ayudaba en su búsqueda del verdadero Bushido y le ánimo a asesorar y fundar su propia escuela de samuráis. 

Musashi al verle llegar, llamó y reunió a todos sus extraordinarios discípulos, doce en total, quienes al verlos charlar veían en ellos a dos viejos dogmáticos guerreros. Entonces el más joven y hábil de estos llamó la atención de ambos al decirles: “Ustedes son más buenos con las palabras que con las espadas, con la filosofía y la teoría. Muy seguro hoy no podrían vencer a ninguno de nosotros”. Musashi ofendido por la irreverencia del joven espadachín ante la presencia de su atemporal invitado, respondió severamente: “¡Desenvaina tu espada de inmediato!” “No te molestes tanto maestro, es nada más la verdad. Es obvio que tu agilidad no es la misma de otros tiempos”. “¡Saca tu espada, vas a luchar conmigo a duelo y en el acto!”, y mirando a los otros once dijo gritando: “¡Y ustedes también!” Todos sorprendidos e incrédulos, ante el reto y el honor puesto a prueba, sacaron su espada y le alcanzaron una también a Musashi, pero él no acepto sino usar un simple abanico metálico. En pocos minutos el feroz espíritu samurái de Miyamoto reapareció dando grandes gritos y poderoso golpes, que llenaron de pánico a los jóvenes luchadores, acabando de matar sin piedad a todos y cada uno de sus discípulos... pero de cansancio. 

Entonces el Maestro que se hallaba disfrutando el espectáculo, dirigiéndose al joven desafiante que aún yacía en el suelo, le dijo: "Ten mucho cuidado en tu carrera y futuros intereses, pues obviamente, lo obvio no es tan obvio”.




03 octubre, 2011

Sucesión

El Vice-Presidente de una de las empresas más grandes del mundo, acudió un día muy presuroso al despacho del Presidente para acusar al Maestro, a quien veía siempre como un competidor por la admiración que despertaba en su Jefe, de un grave incumplimiento contractual. El CEO le había confiado a su sabio asesor el coaching personal de sus cuatro managers más brillantes, desestimando el especializado consejo de su VP. 

Sin embargo, tres de ellos habían dejado la organización, ocasionando un grave daño al capital intelectual de la compañía, decía en forma dramática el fiscalizador ejecutivo. “No puedo creerlo. ¿Qué paso con ellos?”, reclamó el poderoso empresario. 
“El primero fracasó en el primer intento y lo tuvimos que despedir, el segundo se deprimió tanto con el proceso que terminó renunciando, y el tercero que se incomodó mucho con el plan, se fue casi de inmediato con la competencia”. 
“¿Y qué pasó con el cuarto?”, preguntó muy preocupado. 
“Él todavía se encuentra con nosotros señor, no se preocupe” 
“¡Hágalo venir a mi despacho de inmediato!” 
“Disculpe pero él no se encuentra en el país ahora” 
“¿Pero, entonces también lo vamos a perder?” 
“Por el contrario señor, a éste sí logré retenerlo y ahora está al frente de nuestros intereses en la región Asia-Pacífico, abriéndonos espacio en ese codiciado mercado y haciendo grandes negocios para la corporación”, dijo en forma arrogante el ejecutivo. 
“Entonces veo que mi decisión fue la acertada”, respondió en tono vencedor el Presidente. 
“Con mucho respeto, no le parece acaso que perder un 75 por ciento de su cuadro de sucesión, es un gran fracaso de su asesor” 
“Antes quiero hablar con él. Sé que los cuatro admiraban a este hombre. Inmediatamente pídale venir a verme”, ordenó con cierta cautela. 

Cuando finalmente apareció el Maestro en la oficina del CEO, este después de saludarlo muy diplomáticamente, en privado le preguntó: “¿Qué sucedió con los otros tres managers que te confíe?”
“Nada importante. El primero enloquecía rápidamente de fervor e impulsividad por demostrar su habilidad para poner en práctica los ejercicios que les proponía, pero de forma irreflexiva e imprudente. El segundo, por el contrario era tan débil que los mismos ejercicios acabaron muy pronto por revelar las cortas fronteras de su auto-percepción y competencia profesional. Y el tercero estaba simplemente más interesado en dominar los ejercicios de inmediato para comercializarse mejor en el mercado gerencial" 
“¿Y entonces por qué si obtuvimos éxito con el cuarto?”, preguntó el experimentado hombre de negocios. 
“Muy sencillo. El cuarto fue el único que se negó a realizar los ejercicios”, dijo riéndose a carcajadas el Maestro, junto a una sonrisa de satisfacción de su cliente.



01 septiembre, 2011

Éxito

Mientras se celebraba el congreso mundial de consultoría empresarial más importante del año, uno de los distinguidos organizadores esperaba con ansía la llegada de un invitado muy especial, cuando de pronto le pareció ver una figura familiar entre los demás concurrentes. Entonces acercándose hasta el extremo posible logró reconocer al Maestro, quién había asistido de incógnito al evento. De pronto llegado el coffee break, su preciada privacidad se vio asaltada por un remolino de asesores y concejeros muy influyentes e inteligentes, que alegrándose al verlo, empezaron a buscarle respuestas, soluciones o alguna buena idea para sus intereses por todo el mundo. Uno a uno y con mucha astucia, iban requiriéndole la fórmula del éxito que todos sus encumbrados clientes les demandaban permanentemente para sus negocios, desatendiendo los llamados al orden del presidente del congreso.

“¿Qué es lo que significa el éxito para sus clientes?”, les preguntó el Maestro 
“Generar más utilidades y ganar más dinero, por supuesto”, proclamó uno que venía de Norteamérica 
“Tener más reconocimiento y fama, claro”, dijo otro que provenía del sur de América 
“Obtener más poder e influencia, definitivamente”, señaló uno que procedía de Europa 
“Conquistar los mercados de todos sus competidores”, añadió el que llegaba desde Asia; y 
“Lograr la fidelidad de sus clientes y trabajadores”, completó uno que representaba a África y Oceanía 
“¿Y ustedes también todavía creen en esa clase de éxito?”

Entonces como los perceptivos consultores entendieron el carácter provocador de la pregunta del Maestro, empezaron a reclamarle una mejor contestación para, según su prejuicio y confundiéndolo con uno más de ellos, evidenciar la habilidad de los especialistas para evadir respuestas que no tenían realmente. “¿Podrías entonces tu señalar una mejor definición del éxito acaso?”, le retaban todos en varias voces e idiomas. 

Sorprendentemente, el Maestro que casi nunca responde preguntas, con una sonrisa desde el corazón, les dijo: “Queridos amigos, modestamente solo conozco en una clase de auténtico éxito y otras cinco formas de reconocerlo”.
“¿Cinco formas más? Está bien. Dime cuando puedo reconocer que he alcanzado el verdadero éxito”, le desafió el que presidía el evento.

“Cuando no habiendo llegado aún a una ceremonia, todos te esperen con entusiasmo, 
cuando llegues a una reunión, y todos te reciban con una sonrisa, 
cuando te retires de la junta, todos te despidan con agradecimientos en sus mentes, 
cuando ya no estés con ellos, luego que todos recuerden tus palabras con alegría en sus corazones, 
y cuando finalmente dejes este mundo, todos hagan, digan y vivan con pasión lo poco que aprendieron de ti”. 

Entonces tomando el último sorbo de su infusión favorita, se retiró del recinto entre los aplausos de todos.



01 agosto, 2011

Instante

Finalmente un día, el caos y la anarquía se apoderaron de la tierra, y precisamente en ese mismo día el Maestro decidió descansar de todas las preocupaciones de sus seguidores y perseguidores de todo el mundo. Cuando se disponía a entrar en profunda meditación, una de sus discípulas le rogó un último momento de su atención. La joven no terminaba de comprender por qué en el peor instante de la historia, el Maestro disponía a retirarse, pues se había contagiado de la angustia mundial imperante y se encontraba muy afligida por las grandes tribulaciones que estaba pasando la sociedad humana entera, producto de las crisis financieras, energéticas, tecnológicas, hídricas, sociales, militares y climáticas que venían surgiendo por todo el planeta. Las sensaciones de incertidumbre e inseguridad habían llevado el sentimiento de temor generalizado previo, al pánico y la depresión global. 

Sensible a todo ello el Maestro accedió a un último diálogo:
“Me parece increíble que todo aquel poder que tenían esos grandes hombres y potencias no les hubo servido de nada” 
“¿Estimas tú también que realmente tenían poder alguno?” 
“Pero es que no logra comprenderse que sucedió con toda aquella riqueza acumulada” 
“¿Te parece cierto que realmente tenían alguna riqueza?” 
“Además, tuvieron todas las libertades e innumerables oportunidades para evitar el derrumbe” 
“¿Piensas en serio que alguna vez tuvieron realmente libertad?” 
“Ni siquiera todos los esfuerzos y sacrificios que realizaron por sus hijos y familiares les sirvieron de nada” 
“¿Estás segura que realmente tenían familias?” 
“Por último, es una lástima que perdieran el trabajo de toda su vida tan penosamente” 
“¿Realmente crees que tenían vida alguna?” 

Muy entristecida por las respuestas y la aparente indiferencia del Maestro al instante que vivía la humanidad, la joven discípula se dispuso a marcharse desconsoladamente, cuando al final el Maestro añadió:
“¿Podrías decir en verdad que en el instante mismo de tu nacimiento estabas segura y feliz de la nueva vida que estabas por recibir?”


01 junio, 2011

El Beso

Luego de muchos años fuera de su país, un día el Maestro se animó visitar su pueblo natal con el ánimo de reencontrarse con su madre, a quién amaba profundamente pero llevaba muchos años sin ver debido a sus interminables compromisos por el mundo entero. Sin embargo, reconocido al llegar por uno de sus más fieles seguidores locales, este con un beso y una venia rogó al Maestro aceptase acompañarlo. No quedándole más remedio, tuvo que aceptar una inesperada invitación para actuar como panelista en uno de los eventos anuales más importantes de la ciudad. Dadas las circunstancias le pareció buena idea también llevar a su madre para pasar el mayor tiempo posible a su lado. 

El Congreso tenía como tema central la búsqueda de un nuevo modelo económico para la sustentabilidad del país y se realizaba justamente días después de la quiebra del modelo vigente. Nada más vieron llegar al Maestro, muchos concurrentes empezaron a vociferar y criticar su presencia, dado que su conocida postura al respecto, siempre se contraponía a los conceptos tradicionales. Poco a poco, las voces se iban levantando en señal de molestia y los comentarios se convertían en gritos de protesta hacia los organizadores. 

Ni bien iniciada la conferencia, el charlista central empezó a atacar al Maestro señalándolo como uno de los responsables del desmoronamiento del modelo vigente y la caída de muchas fortunas, a favor de un nuevo modelo de fraterna generación de riqueza. El público, que en su mayoría aplaudía frenéticamente cada una de sus acusaciones, también empezó a lanzar ataques sobre el sorprendido invitado. 

La madre que orgullosamente había aceptado acompañar al Maestro, muy desconcertada volvió la mirada en busca de los ojos de su hijo, pero este solo le apretaba suavemente las manos, buscando con ello tranquilizarla. Entonces uno a uno, los panelistas también comenzaron a acusarle de haber sido el promotor principal del cambio y aún el conductor de la ceremonia, uniéndose a las protestas, incitaba a los otros invitados a ampliar sus falsos testimonios y al público a lanzar más injurias contra el Maestro, quién con estoicismo oía cada uno de los ataques de sus antiguos, amigos, compañeros, familiares, profesores y vecinos. Advirtiendo la clara traición de su discípulo, abrazo en señal de despedida a su madre quién temblando de temor le susurró al oído: “Hijo mío, siempre te dije no volvieras pues no existe profeta en su propia tierra”.

Entonces poniéndose de pie, la muchedumbre calló por un momento y nadie se atrevió a impedirle dirigirse hacia el podio principal. Pero antes que él pudiese decir algo, de nuevo empezaron a gritarle, insultarle y aun arrojarle proyectiles, aunque todavía no había dicho palabra alguna. Entonces su madre oyendo los gritos cada vez más desaforados del gentío, volvió corriendo hasta el Maestro para suplicarle no dijera nada y bajase del estrado. Pero el Maestro, antes de hacer uso de la palabra, también le susurro: “Madre, no pierdas la confianza, siempre supimos el final de esta carrera y mira como hago todas las cosas nuevas”. Y con un beso sonriente la despidió, antes de tomar el micrófono y enfrentar la multitud.

02 mayo, 2011

El Mensaje

El Maestro se encontraba en una concurrida cafetería muy de mañana, cuando se animó a informarse sobre los últimos sucesos mundiales. Entonces una sorpresiva noticia capturó toda su atención y la de todos los presentes. Una prestigiosa estación radial anunciaba que una de las naciones más ricas del mundo, prácticamente acababa de desaparecer luego de sufrir una serie de catastróficos desastres por todo el país. La población entera se encontraba fuera de sí en un estado de shock y pánico. Realmente resultaba increíble oír todo lo que se narraba. 

El reportaje daba cuenta de varios millones de muertos por todo el territorio nacional y millones más de heridos y desplazados. En un solo día le había sobrevenido un cataclismo general pues, luego de un apocalíptico terremoto de magnitud 10, un despiadado tsunami acabo de barrer con lo poco que quedaba en pie. Más tarde se reportó que ambos fenómenos terminaron de desatar la explosión de varias de sus centrales nucleares, originando otra serie de desgracias, haciendo que todas las pérdidas resultasen ya imposibles de calcular. 

Para colmo de males, uno de sus belicosos vecinos termino por decidir que ese era el momento propicio para darle un golpe de gracia e inmediatamente inicio un cruel bombardeo aéreo sobre la aterrorizada población civil sobreviviente, ante el repudio de la opinión pública internacional. 

El mundo entero no terminaba de asimilar las noticias del día, cuando los relatores de televisión mostraban en sus pantallas como dos aviones de guerra suicidas, se lanzaban contra la casa de gobierno, para terminar de pulverizar lo último de esperanza que restaba en la otrora potencia. 

En medio de este desolador escenario, un reportero reconoció al Maestro y le solicito pronunciar algún mensaje de consuelo por la vía satélite para todo el globo. Entonces, con un rostro calmo y una mirada piadosa, dirigiéndose a las cámaras simplemente dijo: “Después de un día… viene otro”

01 abril, 2011

Simple

Durante uno de sus numerosos tours internacionales, se encontraba el Maestro visitando varios países de Latinoamérica ofreciendo una serie de inconvencionales conferencias sobre Política y Liderazgo, cuando al término de su última presentación un grupo de confundidos ciudadanos salieron a su encuentro para pedirle consejo, dado que justamente su país se encontraba en plena campaña electoral. 

“Estamos preocupados, faltan solo unos días y no sabemos por quién votar”, dijo uno. “Las encuestas no indican claridad todavía para tomar una decisión”, añadió otro. “Tenemos varios candidatos y con distintos discursos”, señalaron dos más. 

Sorprendentemente, el Maestro que casi siempre evita hablar y más aún dar respuestas, se encontraba de buen humor y sonriente, dispuesto a atender al público con paciencia y empatía, como en sus primeras giras mundiales. Entonces, aceptando uno de los micrófonos, empezó diciendo:

“Simple. Primero tienen que dejar de oír discursos y empezar a escuchar lo que no dicen, así como ver lo que no muestran”.
“Nos cuesta mucho entender lo que usted propone, ¿cómo vamos a hacer eso?”
“Simple. ¡para lo inaudible utilicen su tercer oído y para lo invisible usen su tercer ojo!”
“Pero si no podemos lograrlo, ¿por quién votamos?”
“Simple. No voten ni por el Ying, ni por el Yang”.
“¿Qué quiere usted decir, no puede ser más claro?”
“Simple. Eviten elegir cualquier extremo”.
“¿Por quién entonces debemos optar?, necesitamos una respuesta”, reclamó muy impaciente una mujer.
“Simple. Opten siempre por lo sabio, por el Tao, por el equilibrio y lo moderado, opten por el camino del medio”.





01 marzo, 2011

Relativo

A inicios del siglo pasado tres jóvenes y prometedores científicos, el meteorólogo Alexander Friedmann, el astrónomo Edwin Hubble y el Físico Albert Einstein, discutían apasionadamente con sus colegas de investigación, el lanzamiento de tres impresionantes tesis que desafiaban los poderosos paradigmas instalados durante más de doscientos años, a partir de la fantástica ley de gravitación universal de Newton. 

Las innovadoras ideas que postulaban cuestionaban las enraizadas creencias de la comunidad científica contemporánea sobre la estática, la uni-direccionalidad y la eternidad del espacio. Friedmann, Hubble y Einstein defendían con tenacidad sus argumentos sobre la curvatura del espacio, la expansión del universo y la relatividad general, respectivamente. 

Semana a semana la prensa generaba fervorosos y polémicos debates que concitaban la atención y la imaginación de la opinión pública mundial. El prestigio puesto en juego de muchos expertos produjo una intensa batalla de egos, donde los ataques y defensas iban y venían de todos los frentes, llegando aún a contagiar y confrontar a los tres jóvenes. Einstein no creía el universo en movimiento de Friedmann, Hubble no creía en la ecuación de Einstein y Friedmann no creía en los físicos, ni en los astrónomos. 

Los acalorados debates llegaron incluso a producir nuevos postulados como el de Georges Lemaitre, quien aprovechando los descubrimientos de todos los demás y el interés general, publicó su famosa teoría del Big Bang. 

Realmente todo el planeta se encontraba fascinado por los nuevos avances y conocimientos de los hombres de ciencia. De pronto, la discusión cambió de giro y se empezaron a realizar encuestas y entrevistas de opinión por todo el mundo, para determinar de una sola vez, cual era el más brillante e inteligente de todos. 

Fue entonces que un famoso periodista fue a buscar al Maestro, quién se encontraba ajeno y distanciado de la fiebre mundial, para preguntarle: “¿Cuál de estos grandes hombres, cree Ud. es el que tiene mayor conocimiento?” El Maestro simplemente y con una ligera sonrisa, contestó: "Mire joven, relativamente, ya no soy tan joven para saber tanto"

01 febrero, 2011

El Elegido

Se encontraban una vez reunidos muy al amanecer, el Buda, Krishna, Jesús y Mahoma, para la elección de un nuevo gurú que ayudase al mundo a encontrar el camino de la salvación de alguna manera más innovadora, pues a pesar de los gloriosos esfuerzos realizados y los milenios transcurridos, los hombres aún no encontraban el verdadero sentido de sus existencias. De pronto en medio del celestial retiro apareció el Maestro, quien por entonces era solo un pequeño de nueve años y que asombrosamente había logrado alcanzar la cima de la inmensa montaña que escogieron para la trascendental junta. Entonces uno a uno los Iluminados empezaron a preguntarle y él a responderles: ¿Cómo te sientes?, “Vivo” ¿Quién eres?, “Soy” ¿Qué buscas?, “Ser” ¿Cómo te llamas?, “Infinito” 

Maravillados por las respuestas del pequeño Maestro, todos empezaron a verle con divino potencial y a discutir la mejor estrategia de campaña para lanzarle como un nuevo Mesías, cuando de pronto el niño salió corriendo de en medio de ellos, completamente despavorido. En ese mismo momento el Buda comprendiendo el mensaje se puso al frente y dijo: “Acaso no hemos aprendido nada. Los Mesías solo han generado seguidores, fanáticos, ataduras, muertes y esclavitud de mentes y espíritus. Necesitamos un nuevo paradigma para este nuevo mundo, para estos nuevos hombres o quedaremos fuera de toda posibilidad, atrapados en nuestros modelos antiguos”,“¿Y qué propones?”, preguntaron todos. “Propongo seguir la enseñanza del niño, dejemos que sigan llenos de vida, no pierdan su identidad y que encuentren en sí mismos su verdadero gurú”, añadió. “Yo propongo no proponer a nadie”, dijo Krishna. “Yo propongo no sacrificar a nadie”, sentenció Jesús. “Y yo propongo no luchar más las batallas de nadie”, culminó diciendo Mahoma. 

Entonces el niño que se escondía detrás de una piedra, observándoles partir, dejo escapar cuatro lágrimas de alegría y un suspiro: “Dios”

DIES


03 enero, 2011

Riqueza

Hace miles, miles de años en una tierra muy, muy lejana, un joven discípulo convencido de no precisar más instrucciones, fue corriendo al bosque a buscar al Maestro para hacerle una trascendental y última pregunta: “Maestro quisiera alcanzar la riqueza ilimitada y con esa riqueza ilimitada ayudar a salvar el mundo”

Entonces el Maestro observando la profunda ilusión de su discípulo respondió: “Existen en el corazón de todos los seres humanos dos diosas, de las cuales todos están profundamente enamorados y tú también debes aprender a amar“. “Maestro dime cómo se llaman esas diosas para buscarlas y venerarlas”. Entonces el Maestro le dijo: “Para ello necesitas primero conocer un secreto, pero antes de revelártelo debes convencerme de que estás realmente preparado para recibir esta riqueza”
Y oído esto, el discípulo le prometió cumplir con su vida ayudar a salvar el mundo. 

Una vez convencido el Maestro, entonces le reveló su secreto. “Aunque ames a ambas diosas el secreto está en que deberás prestar más atención solo a una de ellas. Su nombre es Sarasvati y ella es la diosa del conocimiento. Búscala con afán, ámala y dedícale toda tu atención. Eso será suficiente” “¿Pero qué pasará con la otra diosa?” Preguntó el joven aprendiz. “Ah, la otra diosa se llama Lakshmi y ella es la diosa de la riqueza y mientras le prestes más atención a Sarasvati, Lakshmi se pondrá sumamente celosa y te dedicará toda su atención y cada vez que busques a la diosa del conocimiento, más te buscará a ti la diosa de la riqueza. Ella te seguirá a donde vayas y nunca te abandonará y la riqueza que deseas será tuya para siempre.” Y habiendo escuchado esto el discípulo, en ese mismo instante alcanzó la iluminación. 

Extraido de Deepak Chopra.