02 julio, 2012

Conciencia

Un nuevo grupo de poder compuesto de muchos jóvenes pero también antiguos políticos, acababa de acceder al gobierno en su país e invito al Maestro a ofrecer uno de sus originales discursos para motivar la conciencia y responsabilidad de sus flamantes funcionarios. El más antiguo y experimentado de ellos, conocido por su gran capacidad, como sagacidad y, penosamente también, por una pésima reputación en el manejo de los tesoros públicos, quedó prendado de la presencia del Maestro pues nunca había encontrado en la arena política un ser tan brillante, cautivante y tan lleno de inspiración. 

De pronto cobro conciencia y se animó a dirigirse al Maestro para preguntarle: “Me gustaría seguirte y ser uno más de tus iluminados discípulos. Crees existe para mi alguna posibilidad? “Por supuesto”, le respondió el Maestro. “Excelente!. Pero antes quiero dejar claro una cosa: soy ladrón. Haré lo que tú me digas y enseñes pero no abandonaré mi estilo de trabajar, ni negociar y no se hablé más del problema.” “Con mucho gusto, pero dime, ¿cuál problema?” “Sucede que cada vez que he acudido con un maestro, siempre me dicen lo mismo: primero tienes que dejar de hacerlo.” 

El Maestro se rió y le dijo: “Seguramente que acudiste con otros ladrones. Eso a mí no me preocupa” Fascinado el poderoso político respondió: “Maravilloso. Eres el indicado, no hay duda. ¿Qué tengo que hacer?” Entonces el Maestro lo acepto diciendo: “Puedes hacer todo lo que desees. Solo te impondré una condición, cada vez hagas algo deberás permanecer completamente consciente.” “¿Nada más? Pero si eso ya lo aprendimos contigo hoy mismo. Bueno, y ¿solo eso tan simple tengo que hacer?” “Exactamente, puedes negociar, engañar y aún robar todo lo que desees, pero tendrás que hacerlo siempre con plena consciencia.” “Acepto encantado. Realmente eres un verdadero maestro.”, se fue muy feliz diciendo el hombre. Pasaron algunos meses, cuando de pronto el viejo político regreso a ver al Maestro para reclamarle: “¡Eres un tramposo!. ¡Me has engañado!. Ya no puedo hacer mis negocios como antes, tan pronto lo intento aparece la conciencia y no puedo hacerlo. ¡Estoy en un lío!” “¿Cual es el dilema?” “Quisiera olvidar todo lo que me enseñaste, pero tus palabras me siguen a todos lados desde que me iluminaste. Ahora veo otros tesoros en todas partes”. 

Entonces el Maestro movido por la compasión le ofreció: “Puedo liberarte si gustas, pero decide ahora si deseas la desdicha de vivir ausente como antes o disfrutar la dicha de estar siempre consciente del momento presente.”

Desde aquel día el nuevo discípulo se mantuvo consciente hasta convertirse en un impecable funcionario de amplio reconocimiento mundial y nunca más se separó del Maestro.