04 enero, 2010

El Nuevo Futuro

En el año 2090, la tierra era gobernada por un presidente supranacional que regía por 12 años y con poder absoluto los destinos de la sociedad global. Su concejo de estado estaba conformado principalmente por científicos, 50%, sabios, 30% y maestros espirituales en un 5%. El porcentaje restante lo compartían industriales, políticos, religiosos y militares, otrora poderosos y desprestigiados conductores del mundo. 

Los postulados de los viejos y románticos revolucionarios, activistas y pacifistas habían por fin triunfado y establecido un nuevo paradigma basado en el ideal de la coexistencia fraterna de seres humanos, la distribución justa de los recursos y una armoniosa relación con el planeta. Antiguas potencias habían cedido su lugar a innovadores potencias con nuevas propuestas de desarrollo. 

El crecimiento de la población mundial se había estabilizado, la economía y los negocios habían evolucionado a punto tal, que el objeto de estas entidades no era más la rentabilidad y las utilidades, sino la generación de verdadera riqueza y valor para la sociedad en su conjunto y una nueva clase de inspirados empresarios lideraba el cambio de transformar las empresas en medios de satisfacción y autorealización humana. 

Sin embargo faltando tan solo diez años para la llegada del siglo XXII, y aunque se habían superado grandes problemas como el calentamiento global y erradicado el hambre mundial, aun persistían antiguos modelos mentales que no terminaban de aceptar la nueva visión de unidad mundial y viejas fuerzas trataban, con mucha inteligencia y astucia, de introducir nuevamente la anterior concepción desintegrada de la sociedad y sus egoístas practicas de exclusión e inequidad. En medio de este escenario llegó el Maestro a la nueva capital del mundo para ayudar al Presidente recientemente electo a consolidar el proceso de transformación. Inmediatamente que lo vio entrar al salón de gobierno, este le preguntó: “¿Qué puedo hacer para evitar este gran retroceso?” 
“¿Por qué antes no te preguntas qué no has hecho?”, le respondió el maestro 
“Es que no lo entiendo, tengo de mi lado las inteligencias más brillantes del mundo”, dijo muy apesadumbrado el gran líder. 
“Justamente. ¿Pero tienes también de tu lado las almas más brillantes del mundo?” 
“¿Sugieres entonces que aumente el número de mis consejeros espirituales?” 
“Lo cierto es que tienes que intentar algo nuevo. Con ciencia y sabiduría lograste avanzar mucho, pero tus adversarios también tienen mucha. Piensa un instante ¿Qué es lo que no tienen ellos?” “Ya lo entendí. Ahora mismo nombraré más líderes espirituales de gobierno” 
“Sinceramente, crees que esa es la mejor solución ¿qué es más importante, aumentar el número de estos o encontrar a quienes han alcanzado el grado más alto de iluminación?" 
”¿Pero cómo podré reconocer a los verdaderos de los falsos?” 

Entonces el Maestro con una sonrisa en los labios, le dijo: “Verdadero es aquel que cuando le miras a los ojos, te ves a ti mismo y que cuando él te mira a los ojos, te cambia la forma de verte a ti mismo” Dicho esto el Maestro, el Presidente quedó iluminado y se despidieron hasta cuando este culminara su mandato en el 3002.