03 septiembre, 2012

El Beso


... habiendo ahora entendido una de las discípulas más inteligentes y astutas que tenía el Maestro, el gran valor de las joyas que este ofrecía,  fue a buscarle y convencerle de vender las hermosas y cuantiosas piedras que tenía en su almacén. Entonces observando la celosa ambición y envidia oculta que ella guardaba en su corazón, el Maestro quiso ayudarla a liberarse de esos sentimientos y le propuso realizar un singular negocio.
¿ te gustaría tomar una de nuestras valiosas piedras y salir a ofrecerla al mercado?
Claro que sí Maestro. No me parece justo que nadie sepa del gran valor de estos conocimientos.
Muy bien. Entonces toma una, la que más te guste, y ve a ofrecerla al gran mercado del oro, pero con una condición. Simplemente observa todo lo que suceda y por ningún motivo no la vendas a nadie. Nada más ve y aprende.
Desconcertada, pero igual de animada ella salió de prisa al mercado y ni bien llegada todos los mercaderes, conocedores del valor de las piezas que tenía entre manos, empezaron a hacerle múltiples ofertas. Yo te doy 20,000 dólares le decían varios, otro 50,000 y uno más le dijo 100,000. Pero ella, completamente fascinada por lo que estaba ocurriendo, seguía negándose como se lo había ordenado el   Maestro y solo les respondía:
“solo quería preguntar sobre su valor. No tengo autorización para venderla”. Hasta que uno le dijo:
“Tráela otro día y pídenos lo que quieras, pero ¡véndenosla!”. Y ella entendiendo la tentativa sugerencia que le hacían salió corriendo de en medio de ellos y regreso  a la oficina del Maestro.
Qué bueno que regresaste. Dime ¿Qué has aprendido de esta experiencia?
Maestro, déjame decirte algo antes. La gente se volvió loca y me ofrecieron más de 100,000 dólares por la pieza.
¿Y qué es lo que has aprendido?, insistió el Maestro.
¡Tenemos que venderla claro!
¿pero, no crees que eso te haría más pobre?
No entiendo. Lo que dices no tiene lógica. Aquí nos faltan muchas cosas para ser una organización realmente reconocida e importante y tú te sigues negando a negociar con los grandes. No estás siendo justo, tengo varios años esperando mi oportunidad.
Creo no entiendes. Mientras la piedra este contigo tu serás la joya. Pero en cuanto la hayas vendido te convertirás nuevamente en una simple roca sin valor, en un mendigo.
Decepcionada, la discípula salió del despacho del Maestro, tramando en su mente realizar el negocio de su cuenta, pues creía que el Maestro estaba celoso y no quería dejarle crecer.
De forma que, convenciendo antes a otro discípulo, un extranjero pero muy allegado al Maestro, sacaron a escondidas varias de las piedras y al salir sorpresivamente apareció el Maestro delante de ellos, pero la joven disimulando rápidamente se retiro dándole antes un beso en la mejilla y el otro haciéndole una respetuosa venia.
El Maestro con mucha lástima y mirándolos a los ojos, simplemente los despidió. Ellos avergonzados e incapaces de devolverle la mirada, salieron presurosos.
Mientras los observaba desaparecer en el horizonte, la discípulo más antigua y leal del Maestro se acerco y le dijo:
“¿no ves acaso su traición y que se van llevando nuestras joyas y tú los dejas partir sin hacer nada?”
Yo veo que se van traicionándose a sí mismos y que tristemente terminarán presos de su falso éxito, condenándose a hacer lo mismo hasta el final de sus días.


DIES