... Antes de aceptar, el incrédulo viajero le preguntó una vez más al Maestro:
“¿Estás seguro de conocer el camino que busco?”
“Existen dos clases de personas, unas pertenecen al valle y otras a la montaña. Elige ahora. ¿Quieres seguir hacia arriba o regresar abajo?”
“Elijo lo que necesito, encontrar algo que le de iluminación a mi vida por el resto de mis días. La frivolidad y el materialismo están acabando conmigo”
“Excelente, deja atrás el valle. Confía y continúa tu camino”
Entonces el infatigable empresario, recobrando la tenacidad y el espíritu de aventura, retomó el camino cuesta arriba motivado por las expectativas que le despertaron las palabras del Maestro.
De pronto y luego de pocos metros, empezaron a aparecer delante suyo refrescantes manantiales de los que brotaban aguas que sonreían en colores, alfombras de piedras preciosas que recubrían todo el terreno, hermosos y amigables rostros dibujados en todas las nubes que le saludaban y animaban mientras recorría la montaña, una lluvia de mariposas que fluía de la tierra hacia el cielo, rocas flotantes de oro que con la luz solar le hicieron brillar los ojos de lágrimas, y finalmente, árboles y flores que danzaban de alegría con la divina melodía que el viento, silencio y soledad solo componen para los elegidos.
Sobrecogido por toda la experiencia que le estaba convidando el Maestro, corrió a abrazarle y agradecerle, pero antes que pudiera decir palabra, el Maestro le dijo:
“No te dejes confundir de nuevo, veo que el valle todavía puede hechizarte. Esto no es aún lo que la montaña tiene para ti”
“¿Cómo... pero, no es este el paraíso que me ofreciste?"
“De ninguna manera. Todo esto pertenece aún a lo frívolo y material que deseas abandonar”
“No puedo creerte más. No es posible. No puedo ser tan ingenuo”