01 septiembre, 2011

Éxito

Mientras se celebraba el congreso mundial de consultoría empresarial más importante del año, uno de los distinguidos organizadores esperaba con ansía la llegada de un invitado muy especial, cuando de pronto le pareció ver una figura familiar entre los demás concurrentes. Entonces acercándose hasta el extremo posible logró reconocer al Maestro, quién había asistido de incógnito al evento. De pronto llegado el coffee break, su preciada privacidad se vio asaltada por un remolino de asesores y concejeros muy influyentes e inteligentes, que alegrándose al verlo, empezaron a buscarle respuestas, soluciones o alguna buena idea para sus intereses por todo el mundo. Uno a uno y con mucha astucia, iban requiriéndole la fórmula del éxito que todos sus encumbrados clientes les demandaban permanentemente para sus negocios, desatendiendo los llamados al orden del presidente del congreso.

“¿Qué es lo que significa el éxito para sus clientes?”, les preguntó el Maestro 
“Generar más utilidades y ganar más dinero, por supuesto”, proclamó uno que venía de Norteamérica 
“Tener más reconocimiento y fama, claro”, dijo otro que provenía del sur de América 
“Obtener más poder e influencia, definitivamente”, señaló uno que procedía de Europa 
“Conquistar los mercados de todos sus competidores”, añadió el que llegaba desde Asia; y 
“Lograr la fidelidad de sus clientes y trabajadores”, completó uno que representaba a África y Oceanía 
“¿Y ustedes también todavía creen en esa clase de éxito?”

Entonces como los perceptivos consultores entendieron el carácter provocador de la pregunta del Maestro, empezaron a reclamarle una mejor contestación para, según su prejuicio y confundiéndolo con uno más de ellos, evidenciar la habilidad de los especialistas para evadir respuestas que no tenían realmente. “¿Podrías entonces tu señalar una mejor definición del éxito acaso?”, le retaban todos en varias voces e idiomas. 

Sorprendentemente, el Maestro que casi nunca responde preguntas, con una sonrisa desde el corazón, les dijo: “Queridos amigos, modestamente solo conozco en una clase de auténtico éxito y otras cinco formas de reconocerlo”.
“¿Cinco formas más? Está bien. Dime cuando puedo reconocer que he alcanzado el verdadero éxito”, le desafió el que presidía el evento.

“Cuando no habiendo llegado aún a una ceremonia, todos te esperen con entusiasmo, 
cuando llegues a una reunión, y todos te reciban con una sonrisa, 
cuando te retires de la junta, todos te despidan con agradecimientos en sus mentes, 
cuando ya no estés con ellos, luego que todos recuerden tus palabras con alegría en sus corazones, 
y cuando finalmente dejes este mundo, todos hagan, digan y vivan con pasión lo poco que aprendieron de ti”. 

Entonces tomando el último sorbo de su infusión favorita, se retiró del recinto entre los aplausos de todos.